Forjar un vínculo es complejo. Lo primero que hay que averiguar es la química ¿nos gustamos? Y no solo la química textual, hay que verse cara a cara porque sin un encuentro real y físico, nunca se sabrá a ciencia cierta, si la química está latente entre los dos. Después, está la tarea de averiguar todo sobre la otra persona: sus sentimientos, creencias espirituales, gustos, aspiraciones, estilo de vida, hobbies, familia y muchas otras cosas que pueden ser importantes para algunas personas como estatus social, estilo de alimentación, intelecto, inclinaciones políticas y hasta signo zodiacal entre otras, parece mucho ¿Cierto? En realidad no es tanto, en un par de conversaciones profundas puedes averiguarlo y salir de ese paso que, a muchos, nos parece tedioso.
Listo, parece que hemos encontrado el alma gemela que estuvimos esperando toda la vida, pero resulta que está a miles de kilómetros de distancia y toda la felicidad que sentimos se ve opacada por una densa bruma ¿es posible hacer funcionar una relación, en estas circunstancias? Yo he pasado por dos relaciones a distancia: la primera terminó en matrimonio y la segunda no pudo empezar realmente.
Vamos a desglosar qué requiere realmente una relación a distancia. Lo primero que voy a decir y que dije al principio de este post es que deben verse para saber si en realidad hay una atracción entre los dos y soy insistente en este punto porque he tenido experiencias donde por mensajería instantánea o correo somos la pareja más maravillosa del planeta pero cuando nos vemos, resulta que la vibra romántica desaparece y hasta ahí llega la historia de amor.
Resulta que nos vimos y nuestros corazones latían a mil por minuto y nuestros besos explotaban en lujuria y pasión pero el tiempo nos quedó corto y tuvimos que despedirnos prontamente en el aeropuerto y nuestro corazón se marchitó al verlo/a partir ¿qué hacemos ahora?
Este tipo de parejas son puestas a prueba de manera inmediata. Mientras otras gozan del derrame químico-cerebral del enamoramiento y se entregan a las mieles del amor por los meses que dura esta fase, las relaciones a distancia entran de frente a la cruda batalla de no dejar morir el amor. El anhelo y el vacío son los protagonistas de la historia, mientras intentan planear su próximo encuentro. En mi primera relación que terminó en un matrimonio, nos vimos la primera vez al mes de estar hablando por videollamada, luego a los dos meses; después fui una temporada a su país que terminó en propuesta de matrimonio. Posterior a la propuesta regresé a mi país a organizar mis cosas para poder regresar y radicarme en el país de mi pareja. No te voy a mentir, era joven e ingenua y me enamoré rápida y ciegamente y no investigué lo que debía investigar ( tampoco tenía la forma de hacerlo) y esa relación terminó en divorcio tres años después y me atrevo a culpar la distancia como un factor determinante en el fracaso ¿porqué? Porqué el vacío y la tristeza de la distancia no nos deja pensar con claridad. Era muy joven e ingenua, sí, pero por no sentir más el dolor de la separación me apresuré y tomé desiciones aceleradas.
La mejor forma de enfrentar una relación a distancia es hacerlo de forma madura ¿Cómo funciona esto? Simple, teniendo conversaciones incómodas desde el principio.
Para que la relación pueda tener una posibilidad de funcionar hay que hacer un plan pero, sobre todo, al final alguno de los dos debe estar dispuesto a mudarse a la ciudad del otro y esta parte es lo que hace que este tipo de unión sea muy complicada. No estoy hablando de la mudanza en sí, hablo de tener que hablar de un tema tan fuerte y serio cuando recién están tratando de averiguar si pueden ser una pareja formal. Es confuso y abrumador pero debe hablarse para no terminar con el corazón roto después de tiempo, sentimientos y dinero invertido. Estás conversaciones incómodas deben incluir un plan pero un plan serio y aterrizado a la realidad. Deben hacerse preguntas de estilo: ¿Cada cuánto pueden viajar? ¿Quién va a hacer los viajes? ¿Se van a intercalar para viajar? ¿El trabajo de cada uno permite esos viajes? ¿De dónde va a salir el dinero para esos viajes? ¿En dónde se van a hospedar en cada ciudad? ¿ Por cuánto tiempo van a ser sostenibles esos viajes? ¿ Cuál es la meta final? Yo sé, siempre está la pregunta: ¿Para qué hacer todos estos planes si depronto, al final no funciona y se termina la relación en el tercer viaje? Esa es la terrible ambigüedad de una relación a distancia pero la única respuesta es que tú entras a una relación añorando que sea la última ¿No? No hay de otra, hay que vencer esa duda y planificar. Mi segunda relación a distancia murió en este momento, el vínculo no era lo suficientemente fuerte para atravesar esta prueba de fuego.
El vínculo debe fortalecerse día a día pero con más esfuerzo. En una relación normal se ven algunos días a la semana y todo va fluyendo de forma natural, con las relaciones a distancia esto no funciona así, hay que ser creativo. Las videollamadas son la clave: Ver una película juntos cada uno desde su dispositivo y en videoconferencia, una noche de sábado compartir una copa de vino y buena conversación, preparar la misma receta juntos y sentarse en videollamada mientras cenan lo que prepararon o tener intimidad, por supuesto, cada uno, frente a la cámara en videoconferencia. También puedes hacer videos y fotos de lo que ves o lo que estás viviendo para hacer parte a tu pareja de tu día a día o enviar un regalo inesperado que compraste en internet. Las posibilidades son muchas pero requiere tiempo y dedicación.
Si bien la confianza es un tema clave para cualquier relación humana, para este tipo de parejas es fundamental construirlo fuertemente desde el primer momento. No nos podemos dar el lujo de tener celos o de desconfiar dónde está nuestra pareja, no, no, no, esos son sentimientos para simples mortales. Nosotros, lo valientes y arriesgados, hacemos sentir seguras a nuestras parejas desde el día uno, si no, los cimientos de ese edificio van a estar mal fabricados y nuestra construcción va a temblar con cada discusión, derrumbándose prontamente.
Por último quiero dedicarle este párrafo a la determinación. Los dos deben estar en sintonía y querer lo mismo para que una relación a distancia pueda funcionar y, también, tener la determinación para hacerlo. “El camino es largo y culebrero” como decimos en mi país pero acaso ¿No lo son todas las relaciones? Si los dos quieren lo mismo y están dispuestos y determinados a hacer lo que sea necesario para que funcione las probabilidades de éxito crecen exponencialmente. No solo me apoyo en mi experiencia para pensar de la manera que he expuesto hoy en este post, si no, de casos que he escuchado. Así que, si tienes el reto de tener una relación a distancia y no te decides qué hacer, ahonda en el sentimiento y, si es lo suficientemente fuerte y grande para ti y sientes que recibes lo mismo del otro: “toma el toro por los cachos” y alista el pasaporte para la aventura de tu vida.